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18-06-2025  |  Locales 18
    

El fallo contra Cristina Fernández: el poder fáctico buscó odio y encontró unidad



Por Lic. Faustino Duarte




Cuando la Corte Suprema de Justicia de la Nación ratificó la condena contra Cristina Fernández de Kirchner en la causa Vialidad, lo que se celebró como una victoria del Estado de Derecho por parte de los grandes medios, pronto reveló su verdadero rostro: una maniobra de disciplinamiento político, dictada en el lenguaje del lawfare y legitimada desde las formas, pero vacía de equidad sustantiva.

Lo que se buscó como escarmiento y sepultura política devino, en un giro histórico tan propio de la Argentina, en cohesión, en energía colectiva, en el renacer del símbolo de mayor potencia dentro del movimiento nacional y popular.

Cristina, que había sido demonizada como encarnación del mal, hoy vuelve a ser faro de unidad.

Un fallo funcional al poder económico fáctico

La causa Vialidad no es un hecho aislado: es la expresión judicial de una disputa histórica. No entre personas, sino entre modelos de país. El fallo no puede entenderse sin mirar qué intereses se benefician estructuralmente de que figuras como Cristina Kirchner sean eliminadas del juego político.

Detrás del barniz técnico de una sentencia supuestamente «ejemplar», se vislumbra la influencia de sectores económicos que han diseñado su propio país a la medida de la acumulación de riqueza, el privilegio y la exclusión. Grupos como Clarín, Techint, SOCMA, Pampa Energía, Galicia, Macro y Santander no solo capturan recursos del Estado a través de licitaciones, deuda externa o tarifas, sino que también penetran en la estructura misma del Poder Judicial, garantizando impunidad para sus socios -como Mauricio Macri- y persecución para quienes intenten alterar el orden concentrado de la riqueza.

La condena a Cristina es una victoria de ese entramado.

La justicia de baja intensidad: forma sin contenido

El concepto de justicia de baja intensidad describe a la perfección lo ocurrido: se respetan formalismos, se recitan principios, pero se violenta la sustancia del derecho. A Cristina se le negó, entre otras garantías, el derecho a ser juzgada por un tribunal imparcial. Algunos ejemplos:

La causa fue instruida y elevada por jueces como Julián Ercolini, señalados por sus vínculos con el Grupo Clarín y su participación en las reuniones de Lago Escondido.

La Corte, con mayoría macrista (Rosatti y Rosenkrantz fueron designados por decreto por Macri), ratificó el fallo sin convocar a una audiencia oral.

La sentencia fue dictada en plena cercanía electoral, con un cronograma que dejó expuesta su intencionalidad política.

Mientras tanto, casos como el Correo Argentino, los parques eólicos, el espionaje ilegal a familiares del ARA San Juan o las offshore vinculadas a Macri y sus funcionarios se desvanecieron sin juicio, sin condena, sin escándalo. ¿Acaso esa no es la prueba más cabal de que la ley no rige igual para todos?

Historia que se repite: los presidentes que desafiaron al poder

La Argentina tiene una larga tradición de castigar a los presidentes que intentan cambiar el modelo excluyente:

Yrigoyen fue depuesto en 1930 por un golpe cívico-militar que respondió al descontento de las élites agroexportadoras.
Perón fue derrocado en 1955 por su política de justicia social y empoderamiento obrero.
Frondizi, que intentó una apertura industrial con soberanía energética, fue obligado a renunciar por presión militar.
Cristina, enfrentada al monopolio mediático, a los fondos buitre, al aparato judicial colonizado, es condenada e inhabilitada.
El patrón es claro: cada vez que un gobierno osa avanzar en redistribución, derechos, independencia económica o justicia social, el poder económico reacciona con golpes, juicios, proscripciones o difamaciones. La república, entonces, deja de ser un ideal de convivencia para convertirse en máscara de la desigualdad.

De la proscripción al renacer simbólico

Quienes imaginaron que el fallo de la Corte Suprema sería el epitafio político de Cristina Fernández se equivocaron rotundamente. La historia argentina ha demostrado que no hay fuerza más potente que la injusticia percibida como tal por un pueblo movilizado. El odio sembrado por sectores mediáticos y judiciales está mutando en respeto, afecto, y sobre todo: conciencia.

Hoy, hasta los más críticos reconocen que Cristina fue la única dirigente de envergadura nacional que se atrevió a confrontar al verdadero poder: al que no se somete a elecciones, al que no da conferencias, al que redacta leyes en despachos empresariales y elige presidentes para defender sus intereses, como hizo con Macri en 2015 y con Milei en 2023.

El efecto buscado -su desaparición política- generó el efecto inverso: la unidad de un peronismo disperso, la revalorización de su figura histórica, y quizás, el inicio de un nuevo ciclo de organización popular.

¿Qué queda por hacer?

Más allá de nombres propios, la lección que deja este fallo es profunda: sin una reforma estructural del Poder Judicial, sin una verdadera democratización de la Justicia, la democracia argentina seguirá siendo rehén de los poderes reales.

Una república sin justicia social es solo una fachada. Y una justicia sin imparcialidad es solo un instrumento de castigo selectivo. Si queremos un país donde las mayorías tengan voz, donde la ley sea igual para todos y donde el progreso no dependa del apellido ni del banquero de turno, es hora de discutir el poder real, no el ceremonial.

Conclusión

La condena a Cristina Fernández de Kirchner no clausura una etapa: la reabre con fuerza renovada. No la borra: la convierte en bandera. No la divide: la transforma en puente. El pueblo, ese actor tantas veces subestimado, vuelve a mirar hacia ella no solo como dirigente, sino como símbolo de resistencia frente a la injusticia institucionalizada.

Porque en la Argentina, cuando el poder económico cree haber vencido, es cuando más cerca está de volver a ser derrotado por la memoria, la conciencia y la voluntad popular. Y cabe aqui desde el Peronismo enviar un mensaje a quienes persisten en la busqueda de su extincion del escenario politico: «..Tu crees que me matas.Yo creo que te suicidas. » (AP).1.

Licenciado en Historia
1) Antonio Porchia : «VOCES»-





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