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12-11-2018  |  Espectáculo 161
    

“Al otro lado del viento”, por Netflix: una gran película de Orson Welles



Al director de El Ciudadano le tomó cinco años rodarla y, por problemas financieros y disputa de derechos, no pudo terminar de montarla. Es un filme rupturista, al que el caos y la improvisación lo hacen doblemente atractivo.




Puede verse sin saber nada de lo que sucedió durante el rodaje (de 1970 a 1975) ni después (disputas y juicios por derechos de un filme no terminado, con 100 horas en latas de fílmico, rodadas en 35 mm, 16 mm y 8 mm). Como con tantos otros proyectos que dejó inconclusos -por falta de dinero, mayormente- Orson Welles no terminó de montar Al otro lado del viento.

Lo que se ve ahora por Netflix, tras pasar por algunos festivales, es un laborioso trabajo de edición, siguiendo marcaciones y apuntes en el guión dejados por el director de El Ciudadano. El director de fotografía Gary Graver y el editor Bob Murawski montaron la película en distintas épocas.

Welles, decíamos, no la finalizó, pero sí editó algunas escenas -la que transcurre a bordo de un auto, cargada de erotismo y, sencillamente, sexo-. Difícil saber si el resultado final lo hubiera dejado satisfecho, pero hoy, a 43 años de terminar de rodarla, sigue siendo una película rupturista, inquietante.

Es un producto que debe adorar David Lynch. Al estilo Twin Peaks, Al otro lado del viento desconcierta desde lo que aparenta ser un collage, un rompecabezas o una sucesión de escenas en color y blanco y negro, dentro de un caos en el que la improvisación ha ganado fuerza y su lugar en el filme.

Si hay una línea argumental por seguir, el director Jake Hannaford (John Huston) festeja su cumpleaños con una fiesta en la que los excesos son muchos. E incluye en los festejos la visión de su película Al otro lado del viento, pero que no está terminada. Así, se entremezclan escenas del filme con otros en tiempo presente mientras otras cámaras también registran lo que sucede en esa mansión.

Es decir, hay cine dentro del cine. Y también muchos directores que aceptaron gustosos actuar (Peter Bogdanovich, discípulo de Welles, aquí aparece como discípulo de Hannaford), más Dennis Hopper y Claude Chabrol, por ejemplo.

Sin dudas Al otro lado del viento es el filme más personal de Welles, y seguramente con mucho de autobiográfico. Hannaford es un viejo algo cínico y cascarrabias, además de borrachín (Welles tenía sólo 55 años cuando comenzó el rodaje, dejando Europa, donde se había exiliado, para regresar a filmar a Hollywood) y la película cuenta críticamente los maltratos que sufre un realizador de fuste.

Como le sucedió a Orson Welles en carne propia, y no solamente con el rodaje y la producción de la película que estamos reseñando.

La croata Oja Kodar, quien figura en los títulos como coguionista de Welles, es coprotagonista del filme dentro del filme, una descendiente de indios (alguien la llama socarronamente Pocahontas), junto a John Dale (Robert Random), el descubrimiento de Hannaford.

La película que filma una parodia o una sátira de Zabriskie Point, el clásico de Michelangelo Antonioni. Welles se ríe de la vanguardia europea como del mecanismo perverso de Hollywood.

Decíamos que Al otro lado del viento puede verse sin saber el trasfondo en que fue creada y terminada. Supongo que será una experiencia jugosa y extraña, como ver una película de Tarkovski sin subtítulos, por decirlo de alguna manera elegante. Es cine en estado puro, crudo, con improvisaciones y un aire a desprolijidad e improvisación, pero que lo hacen tanto o más atractivo.

Fuente: Diario Clarin



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